POESIA/ WILLIAM OSPINA
POESIA/ WILLIAM OSPINA
William Ospina
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Apenas dos publicaciones fueron suficientes para que en nuestro país la obra de William Ospina (Padua, Tolima, 1954) se hiciera de un puñado de fervientes lectores. Primero fue la reedición de su tercer poemario, El país del viento (1992), publicada por Trilce en 1999; luego, la breve antología (breve por partida doble: 31 páginas, cien ejemplares) En la gótica noche de Praga (filodecaballos, 2001), con selección y nota introductoria de León Plascencia Ñol, que recogía doce poemas del cuarto libro del colombiano, ¿Con quién habla Virginia caminando hacia el agua?
Poesía reúne íntegros los poemarios Hilo de arena (1986), La luna del dragón (1992) y los dos mencionados; además de una selección de “Poemas tempranos”, el poema “África” (1999) y una muestra del libro en preparación La prisa de los árboles.
Ospina es cercano a Borges por más de una razón de fondo y otra de forma. Igual que el argentino, el colombiano mezcla con fortuna los géneros, poematiza historias, narra poemas y versifica ensayos, en textos construidos a base de cuidadosas combinaciones métricas, así como de una enunciación pulcra y elegante. La obra de Ospina –hombre de aventuras intelectuales, libros y conocimientos– es, de igual forma, una suma de admiraciones donde resuena la máxima quevediana: “Vivo en conversación con los difuntos,/ Y escucho con mis ojos a los muertos.” Sobre sus textos también se ciernen inmutables presencias metafísicas (el tiempo, la memoria, la muerte) que encarnan en la materia. Y una minucia: ambos autores prologan fugazmente sus libros, en un gesto que enmarca la conversación que será la lectura.

